lunes, 29 de marzo de 2010

"Pablo" (9ª parte)


- Nadie que no haya vivido una situación parecida puede imaginar lo que siente una madre en estos momentos, Tony – dijo Manoli con los ojos empapados en lágrimas.
- Te entiendo perfectamente Manoli, confiemos en la suerte y a ver si hoy se acaba esta pesadilla.
En ese momento el policía dio la orden a la apenada madre para que pasara a la sala al reconocimiento del niño. Instantes de angustia, incertidumbre, dudas, nervios, etc. Todo era un nudo que por momentos invadía a la mamá de Pablo.
- No, ese no es mi hijo, no es mi Pablo… Esto parece una broma, no puedo más, ¿Dónde está mi hijo por favor? ¡Me voy a volver loca!

Pasaron dos días y la ausencia de noticas engrandaban la pena de la familia, Eloy ya había vuelto y tras discutir con Manoli por haberle ocultado el enorme y triste suceso, pronto se organizaron para la búsqueda del niño. No fue hasta la tarde del jueves cuando, de la forma más inesperada, Pepa, la amiga de Tony llamó a éste por teléfono:
- Tony es urgente, escucha bien que apenas tengo cobertura.
- Dime Pepa, ¿qué pasa?
- Estaba comiendo en el restaurante chino de la avenida, el de Lidia y, no me tomes por loca, me dio la sensación de haber visto al niño desaparecido.
- ¿Qué dices? Tu apenas lo conoces nena, seguro que ha sido tu imaginación ante la obsesión que tenemos.
- Te doy mi palabra que ese niño era Pablo. Estaba en la barra del restaurante esperando la cuenta cuando ha salido de la cocina Lidia y al quedar la puerta entreabierta, vi a un chico al fondo. No quise decir ni hacer nada para no alarmar a nadie, por eso me he salido a la puerta a llamarte.
- Quédate ahí, Pepa, me acerco lo más rápido posible.
- Intenta venir con la policía, estoy segura que es Pablo.

Tony no dijo nada a Manoli, directamente se fue a comisaría para pedir que una patrulla lo acompañara e irrumpieran en el local para rescatar al niño. La respuesta de la policía fue rápida, ellos no podían hacer eso sin una orden del juez. Pero bueno, parece que ese día la suerte estaba de su lado, Sandra, la policía que tanto se había volcado con el caso se ofreció voluntaria a acompañar a Tony, estaba librando y si que podía ir al restaurante aunque fuese sin placa ni el arma.
Llegaron al restaurante de Lidia y allí estaba Pepa esperando. Pepa estaba muy nerviosa y cuando vio a su amigo se lanzó a sus brazos llorando.
- Tony estoy segura que es Pablo.
- Tranquila cariño, ¿sabe alguien más que estamos aquí?
Sandra interrumpió la conversación:
- No perdamos más tiempo, vamos dentro.

Entraron los tres y preguntaron a la camarera que si la señora Lidia podía salir a hablar con ellos. En un minuto, Lidia estaba frente a ellos.
- ¿Ocurre algo?
- Si, bueno… no sé como explicarte… emm – por momentos Tony dudó de cómo explicarle a la gerente del restaurante a lo que habían ido.
Sandra se adelantó:
- Mire, señora, venimos en busca de un niño que ha desaparecido.
A Lidia le cambió la cara en un segundo,
- ¿Cómo? No entiendo nada… y, ¿por qué iba a estar aquí?
- Porque hay gente que afirma que han visto al niño en la cocina de su local, así que pedimos que por favor, si no tienen nada que ocultar, que nos dejen entrar en su cocina para salir de dudas.
- No soy española pero conozco mis derechos y ustedes no pueden irrumpir en mi restaurante de esa forma sin una orden judicial. Además estamos trabajando y eso paralizaría el trabajo de mi personal.
- Pero señora no se da cuenta que estamos hablando de un niño, que en el caso de no dejarnos pasar usted se convirtiría en la principal sospechosa de la desaparición de Pablo.
Lidia quedó callada, no sabía más que decir para intentar frenar la entrada de los tres individuos en su cocina. Se le ocurrió entrar corriendo a la cocina pero Sandra lo impidió, la cogió del brazo y en tono amenazante le dijo que si ellos no podían entrar ella tampoco entraría. Lidia empezó a gritar y pronto se acercaron los camareros para ver lo que sucedía en la barra del restaurante.

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