martes, 30 de marzo de 2010

"Pablo" (10ª parte)


A Pepa le dio un ataque de ansiedad cuando dos camareros la cogieron forzosamente y la intentaron sacar del restaurante. Tan grande fue el susto que un cliente llamó a la ambulancia, al mismo tiempo que su mujer llamaba a la policía que no tardaron en acudir. El equipo de policías venía encabezado por Pedro que traía una orden judicial de registro del local, con este documento ya si que se podía acceder a cualquier sala del restaurante. Una vez que todo estuvo calmado irrumpieron en la cocina de Lidia y allí ya no quedaba nadie.
- No han podido salir, yo los hubiera visto, deben estar escondidos en algún lado- exclamó Tony sofocado aún por lo que había vivido minutos antes.
- Comprobad la puerta esa pequeña que había al lado de los fregaderos- ordenó Pedro al resto del equipo.
Sandra se ofreció encabezar el grupo. Abrió la puerta de una patada y sorprendida dijo:
- ¿Pero qué es esto? Está todo oscuro y hay unas escaleras como si fueran a un sótano.
- Espera, no bajes sin ponerte el chaleco... toma este arma y ponte el casco con la linterna- le ofreció un policía.
Sandra fue bajando las escaleras sigilosamente, aquel lugar olía fatal, había restos de comida por el suelo, ratas enormes corrían de un lado a otro todo el tiempo. De repente, vio moverse una sombra tras un bidón oxidado al fondo del sótano.
- ¿Hay alguien ahí? Voy armada- exclamó Sandra.
No hubo respuesta. De pronto sintió como una mano frío le tocaba el hombro por detrás, sintió miedo, pánico, tanto que no pudo articular palabra, su cuerpo quedó inmóvil.
- Ssshhhh, no hagas ningún ruido, te vas a quedar aquí hablando en voz alta mientras yo voy a acercarme a aquel bidón oxidado, cúbreme- le susurró Pedro al oído.
Sandra dio un gran suspiro. Cuando vio la mirada de Pedro que se volvió a intentar decirle con los ojos que había alguien ahí, Sandra quiso por momentos gritarle, decirle que tuviese mucho cuidado, que lo quería y que no pensaba moverse de ahí. Las lágrimas le bajaban por las mejillas. No se sabe de donde sacó fuerzas para comenzar la operación, pero ella empezó a cumplir las órdenes de Pedro.
- Si hay alguien ahí que salga ahora mismo, repito, voy armada y estoy perdiendo la paciencia... Mejor que salgáis antes que sea demasiado tarde, sé que estáis ahí y tenéis a Pablo escondido.
Pedro ya estaba al lado del bidón, en un rápido movimiento le dio la vuelta y vio aquello que producía la sombra.
- Pero, ¿tu?, ¿Pablo?, ¿Eres Pablo?
El niño no hizo ningún ruido, sólo negó con la cabeza. Estaba aterrorizado, temblando, no se apreciaban bien los ojos pero si que se veían brillar del llanto.
- Levántate y ve con Sandra, aquella policía que nos está alumbrando con la linterna, no te pares, corre, corre hacia ella pase lo que pase, allí te sentirás a salvo.
El niño no lo pensó dos veces, estaba confundido, no podía apenas pensar, simplemente se limitó a realizar la orden que aquel señor le había dado. Corrió cuanto pudo en busca de Sandra, llegó y se le abrazó a una pierna. Sandra ordenó que lo sacaran de ahí y lo intentaran tranquilizar arriba.
- ¿Hay alguien más ahí? Pensadlo bien, si os entregáis no pasará nada, salid por las buenas, se me está acabando la paciencia.
Otro niño salió corriendo tras una estantería, llorando y gritando
- ¡Sacadme de aquí, sacadme de aquí!
Al igual que al otro, también lo subieron arriba y el equipo intentaba tranquilizarlo. Ninguno de los dos era Pablo, pero ahora si que estaban seguros que Pablo también estaba entre ellos.
Manoli llegó al restaurante, estaba como loca, en mitad de una crisis nerviosa cogió a Tony de la camiseta y empezó a decirle que por qué no la había avisado. Tony se lo explicó e intentó tranquilizarla. Pasaron a la cocina y fueron a hablarle a uno de los dos niños rescatados.
- Déjame a mi, Manoli, tu puedes volver a perder los nervios otra vez y si a un niño que ya está asustado le hablas así, puede que no nos facilite las cosas- avisó Tony a la mamá de Pablo.
Manoli asintió con la cabeza.
- Pequeño, sé que estás muy triste, tienes mucho miedo, pero tu sabes que ahí abajo hay más niños como tu, ¿verdad?
El niño lo miraba fijamente pero no decía nada.
- A ver, dime como te llamas por favor.
El niño no parpadeaba, no dejaba de mirarlo.
- ¿Quieres que llame a tu mamá?
- Si- una vocecita como salió del cuerpo de aquel aterrorizado niño.
- Pero tendrás que decirme tu nombre para que pueda localizar a tu madre pequeño.
- José Miguel, pero todos me dicen Tato.
- Y dime Tato, ¿cuántos niños había contigo?
- Dos más, este y otro que llegó hace unos días. No sé como se llama, desde que llegó no ha dicho nada y por su culpa nos han castigado a los tres.
- ¿Si? ¿Qué ha hecho?- Tony veía como el niño empezaba a tranquilizarse.
- Pues nada, por eso nos han castigado, no habla, no hace nada de lo que nos ordenan, no quiere dormir por las noches...
- Sandra, hay otro niño abajo, tened mucho cuidado - gritó un policía que estaba asomado a la puerta del sótano.
Justo en ese momento se escucho un fuerte ruido. Pedro había sido golpeado y cayó al suelo. Sandra se alarmó y fue a por él, dos policías más bajaron rápidamente al sótano. Pedro estaba sangrando mucho y Sandra pidió que lo sacaran de allí y avisaran a un médico urgentemente.
Cuando lo estaban cogiendo, Sandra sintió la sensación de tener a alguien detrás de ella y rápidamente se giró. Vio esconderse a alguien detrás de un botellero y corrió a alcanzarlo. Apuntándolo con la pistola dijo:
- Sal de ahí ya, si no quieres que te vuele la cabeza. No hagas más daño del que ya has hecho. ¡Vamos que salgas te he dicho!
Un hombre salió del botellero con las manos en alto...

CONTINUARÁ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario