miércoles, 21 de abril de 2010

Sandra Mondadientes

Mi cuñada Rocío y yo estábamos en el vestíbulo. Un rato antes habíamos comido con mi marido y su hermano Antonio. Durante la comida mi difunto esposo y mi cuñado estuvieron discutiendo sobre el contrato del chófer de la familia, Vicente quería acceder al aumento de sueldo que había solicitado el señor Abraham mientras que mi cuñado se oponía. Después, como le dije anteriormente, mi cuñada y yo nos fuimos al vestíbulo, mi marido se fue a su despacho y mi cuñado no sé bien qué hizo.
Rocío y yo habíamos decidido irnos a realizar unas compras y fui al despacho del señor Mondadientes a decirle que me ausentaría toda la tarde y fue cuando lo encontré en el suelo con un cerco de sangre a su alrededor. Comencé a gritar y poco a poco fue llegando el resto.

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